Osho: el secreto de la meditación de la luz dorada

Con un enfoque basado fundamentalmente en las enseñanzas taoístas, pero que incorpora igualmente otras enseñanzas del budismo, cristianismo, judaísmo, el Secreto de los Secretos de Osho es una de las obras fundamentales de Osho. A través de sus páginas, encontrarás las instrucciones específicas aportadas por el maestro sobre la meditación taoísta de la Luz Dorada, instrumento para armonizar los elementos masculino y femenino que hay en cada persona.
Es un tratado alquímico: ofrece el elixir, el néctar de la vida.

Con mucho amor voy exprimiendo en mi propio caminar las gotas de este regalo sagrado, y a través de estos resúmenes, disecciono capítulo a capítulo el contenido del libro para hacerlo mío. No lo hago para ti, sino para mi propio entendimiento y asimilación, pero si por el camino te sirve, bienvenido sea. Espero lo disfrutes tanto como yo lo estoy haciendo. Como se sugiere en la introducción, solo necesitas una actitud de apertura, receptividad e inocencia y tu viaje habrá comenzado. Feliz lectura, feliz viaje.

Sinopsis: en este capítulo se nos explica de manera sencilla y clara la técnica de la meditación Zen. Se trata de un capítulo esencial. Ya no hay excusas para no ponernos a ello.

El Maestro Lu Tsu, predecesor de Lao Tsé, dijo: “Nada es posible sin contemplación. Percibir te lleva a la meta.”

Uno debería mirar a la punta de la nariz. A donde miran los ojos, también se dirige el corazón. ¿Qué se quiere decir con esta expresión? La expresión “punta de la nariz” se ha elegido ingeniosamente. La nariz es la que nos debe servir de guía a los ojos. De esta manera si abres demasiado los ojos, cometes el error de dirigirlos hacia afuera, te distraes fácilmente -movimiento Yang-; si por el contrario los mantienes demasiado cerrados, comentes el error de caer en una ensoñación distraída, de quedarte demasiado hacia adentro -movimiento Yin-. De esta manera el punto exacto consiste en mirar con ambos ojos a la punta de la nariz; ese es el comienzo de la concentración interna, que dará paso después a la posibilidad de soltar.

La técnica expuesta es la siguiente: se mira la punta de la nariz con ambos ojos, sentado derecho, y en posición cómoda, se mantiene el corazón en el centro, en medio de las circunstancias; cuando centras el pensamiento en el punto medio entre los dos ojos, la luz entra por sí misma, sin esfuerzo. Ahora pasaremos a explicar algunos aspectos de esta técnica tan aparentemente sencilla.

¿Por qué si parece tan sencillo, no lo ponemos en práctica? En el libro se nos dice que un poco de experiencia es más valiosa que montañas de conocimiento. Los sutras tienen un valor inmenso, porque ofrecen la técnica en los términos más sencillos posibles. Es la mente, sin embargo, la que convierte las cosas sencillas en complejidades. La mente quiere complejidad, pero la verdad es absolutamente sencilla. La mente es un mecanismo distorsionador. Así que, sencillamente, permanece atento a estas líneas, a la explicación de la técnica de meditación que se presenta.

Repetimos la idea: “Nada es posible sin contemplación”. ¿Qué podemos entender por el término contemplación? En el libro se nos habla de un momento de no-pensamiento llamado Dhyana -uno de los 8 pasos del Yoga de Patanjali-. Es la conciencia no-ocupada. Los taoístas usan como sinónimo o traducción la contemplación. ¿Dónde y cómo sucede? En el capítulo se expone que se trata de ese pequeño lapso que se da entre dos pensamientos, ese lapso es la puerta a lo divino. El problema es que el proceso de pensamiento es tan rápido, tan acelerado que no somos capaces de apreciar el lapso a menos que estemos realmente esperándolo y buscándolo.

¿Cómo lograr apreciar ese lapso? Contemplar significa cambiar la gestalt, observando, no los pensamientos -como normalmente hacemos-, sino los intervalos entre ellos, los huecos por donde desembocarás a tu propio ser, en tu propio centro. Parece interesante al menos probarlo, no?. Repetimos la idea por tercera vez: “Nada es posible sin la contemplación. Percibir te lleva a la meta”. Percibir: darshan. En el capítulo se expone que ver te lleva a la meta. Cuando empiezas a observar los intervalos, los lapsos entre dos pensamientos, serás capaz de ver quién eres. No busques metas externas. Tú mismo eres la meta, el principio y el fin, el alfa y omega. Tú tienes todo lo que siempre has deseado.

No hay que dar un paso más allá de ti mismo, porque Dios ya está dentro de ti, en algún lugar en el que los pensamientos ya no molesten, en el que prevalece el silencio, en el que está presente la consciencia absolutamente no-ocupada, sin reflejar nada. Entonces, sucede: es cuando experimentas por primera vez tu propio sabor; te llenas de la fragancia de tu propio ser: florece la Flor Dorada. Si tu gestalt consta sólo de pensamientos, sólo conocerás el Ego. El Ego es llamado el “corazón autoconsciente”, ya que ese manojo de pensamientos es el que te da la consciencia de ser: “existo”. Los pensamientos se mueven tan rápido que son los que crean la idea de nuestro “yo”. Tenemos que pasar del Ego al estado sin Ego, del yo -parte manifiesta, diminuta, temporal-, al no-yo, anatta -parte no-manifiesta, infinita, eterna, que permanece para siempre-.

El resumen de la idea expuesta: si quieres meditar, debes cambiar la gestalt, dejar de observar los pensamientos, y centrarte en los lapsos entre pensamientos, mirando la punta de la nariz. Se repite la idea una y otra vez, ¿sencillo verdad?, para que te pongas a ello. ¿Por qué miramos a la punta de la nariz? Porque nos ayuda a alinearnos con el tercer ojo. El tercer ojo está exactamente en la línea con la parte de la nariz, tan sólo unos centímetros por encima, de modo que una vez que estás en línea con el tercer ojo, su atracción, su tirón, su magnetismo es tan grande que te llevará hacia él sin esfuerzo, es como un “dulce caer”.

Los dos ojos crean la dualidad del mundo y el pensamiento; el ojo único, el tercer ojo, crea los lapsos. Así que este sencillo método te va a ayudar al cambio de gestlat. ¿Cuál debe ser tu actitud cuando meditas? En el libro se nos expone que debemos estar relajados, sin tensión, ni tirantez, dejándonos ir. Hay que permanecer en el linde entre lo interno -yin/cerrado- y lo externo -yang/abierto-; sólo así tu visión estará libre de dualidad -femenino/masculino-. Se trata de un ejercicio tan simple como abrir la ventana. “Si abres la ventana, entra la luz por sí misma”; lo único necesario es que estés abierto vulnerable a la luz. Simplemente mira la punta de la nariz sin ninguna concentración, sin tensión, pero sin modorra. Y de repente se abrirá la ventana del tercer ojo y la luz empezará a entrar a raudales. En esto consiste hacer circular la luz.

Si una persona es capaz de hacer circular la luz en sí misma, nunca se verá afectada por ningún tipo de neuroris: esta es la diferencia entre un guru y un psicoanalista. Sólo una persona que ha alcanzado su totalidad puede realmente ayudar a otros que están en el camino, luchando y tropezando en la oscuridad. Repetimos: ¿Qué debes hacer? Meditar ¿Cómo?: Mira la punta de la nariz, siéntate derecho, cuando la columna esté recta, la energía del centro sexual se vuelve disponible para el tercer ojo. El centro sexual tiene toda la energía que tienes tú, disponible para ti, no la malgastes. Derecho, pero no incómodo, ya que la incomodidad te podría distraer, si no estás cómodo sentado en el suelo, es mejor que busques una silla, pero siempre con el respaldo recto. La palabra “asana” se traduce como postura cómoda.

¿La actitud? No te escapes del mundo. Vive el mundo en todas sus circunstancias. Escaparse a una cueva del Himalaya siempre es peligroso. Estés donde estés, céntrate en las circunstancias. Tú mantén la mirada en la punta de la nariz y permanece ligeramente atento al tercer ojo. La luz siempre está moviéndose, siempre fluye, es dinámica. No necesitas preocuparte: sencillamente ocúpate de abrir la ventana y espera. Con la luz viene la vida, el gozo. Cuando has llegado al tercer ojo y estás centrado allí y la luz entra a raudales, has alcanzado el punto desde el cual ha surgido toda la creación, has alcanzado lo sin-forma, lo no-manifiesto, la semilla misma de toda la existencia. Omnipotente, omnipresente, eterno.

Ya no conocerás ninguna muerte, ninguna identificación con ningún cuerpo; ya no conocerás ningún tipo de enfermedad, pasarán por tu cuerpo, pero no te sucederán a ti, porque dejarás de identificarte con él: serás el testigo de cuanto acontece. Hay un punto de trascendencia dentro de ti, desde el que de pronto desconectas de todo lo manifiesto y te conectas con lo no-manifiesto. Estar conectado con lo no-manifiesto es el camino a la liberación: libre de toda limitación, sufrimiento, atadura, aquí tienes el elixir de la Flor Dorada.

Ahora, tú, estás viviendo una vida programada, te has convertido en un fenómeno programado. Cuando la gente se sienta a meditar llegan más pensamientos que usualmente. ¿Qué hacemos entonces? Sammasatti, el recuerdo correcto. Observa el pensamiento, de donde viene, a dónde se va, cómo llega, cómo está ahí, cómo se va. Conviértete en un observador silencioso del pensamiento, ya que cuanto más se asienta la observación, menos pensamientos llegan. Igual que llegó, desaparece. Vino de la imaginación y regresó a ella. Y cuando desaparezca, regresa a la contemplación, al lapso entre pensamientos. Pero es muy importante que no analices los pensamientos sin no juicio, sin alimentarlos ni rechazarlos, ya que el psicoanálisis crea agitación e inquietud.

Para concluir, lleva contigo siempre las dos alas de la Meditación Zen:

• Cuando hay intervalo, sin pensamiento: contempla, deja entrar la luz.
• Cuando llega el pensamiento: observa, ¿dónde está, de dónde ha venido, a dónde se va?. Y cuando se vaya el pensamiento, regresa de nuevo a la dulce contemplación.

Y como acabo Osho cada charla, “suficiente por hoy”. A meditar!!!!